Retos

Reto 1: Recomponer la identidad local en un contexto de globalización

Fuerteventura se encuentra en un contexto de globalización generalizado al que se le suman determinadas particularidades locales, como son; su condición de insularidad, su situación como Región Ultra Periférica (RUP) o su condición tricontinental –administrativamente parte de Europa, geográficamente próxima a África y culturalmente vinculada a Latinoamérica–. Esto ha generado en los últimos años un modelo de desarrollo económico y territorial basado casi exclusivamente en el impulso del  turismo y que viene copiado directamente de contextos urbanos y territoriales con características muy diferentes y escalas mucho más grandes. Las consecuencias de este modelo son el desequilibrio y la pérdida de condiciones naturales de los contextos rurales y de pequeña escala, como la proximidad y la cohesión social, que han acabado por descuidar el desarrollo comunitario y de infraestructuras de participación social. Además, el desarrollo de políticas públicas implementadas con el objetivo de equilibrar el aislamiento territorial de la isla ha fomentado una tendencia a rivalizar y compararnos con nuestros iguales desde una lógica competitiva y no cooperativa que reproduce jerarquías de poder y promueve la división y el distanciamiento social entre grupos, sectores o municipios. ¿Cómo desarrollar una identidad local fuerte y al mismo tiempo coherente con un contexto de globalización que nos invita a trascender y conectar con otras realidades?, ¿cómo hacer ciudad y territorio con alma de pueblo o barrio? ¿Cómo llevar a cabo políticas públicas que promuevan valores de solidaridad y cooperación, no solo entre vecinas y vecinos, sino también entre municipios, instituciones y territorios administrativamente desiguales?

Reto 2: Coser las brechas digital y participativa en un contexto urbano y territorial disperso.

La isla cuenta con una dispersión muy grande de sus núcleos urbanos de población, con una densidad muy baja (60 hab/km2) y cerca del 50% de la población de la isla viviendo en pueblos de menos de 1.000 habitantes. Así, vemos como la isla cuenta con una brecha digital visible, con núcleos de población en los que no se cuenta con internet de banda ancha o conectados a través de servicios de internet rural. Al mismo tiempo, se intuye una brecha participativa debido a esta distribución del territorio, siendo difícil generar una masa crítica a nivel insular a la hora de movilizar a la población para abordar cuestiones de interés general. ¿Cómo desarrollar una política pública de proximidad en territorios de dispersión urbana y poblacional? ¿Cómo combinar herramientas y métodos de participación digital y presencial para minimizar la brecha y desigualdad en el acceso a las mismas?

Reto 3: Crear las bases de una administración pública abierta y participativa en un contexto de nacimiento y madurez institucional.

A pesar del crecimiento en los últimos años, Fuerteventura es un territorio con muchos aspectos aún por consolidar y afianzar. La Consejería de Participación Ciudadana, Nuevas Tecnologías, Gobierno Abierto y Transparencia e Información del Cabildo de Fuerteventura ha adquirido recientemente la relevancia y recursos suficientes como para desarrollar una política pública conveniente desde estas áreas, teniendo por delante ahora el desafío de enfrentar el papel en blanco en materia de participación e innovación pública. Una gran oportunidad, por otro lado, para construir de base y transformar a largo plazo, pero que tendrá que abordar las resistencias inherentes a cualquier situación de grandes cambios estructurales, y buscar el equilibrio para coordinarse con el resto de áreas de gobierno del Cabildo y con otras administraciones públicas locales en la isla. Estamos, además, en un contexto de crisis sanitaria global con un gran impacto social y económico cuyas consecuencias permanecerán y seguirán haciéndose visibles durante los próximos años. Una situación que puede hacer ver ciertas áreas de gobierno –como las que aborda esta consejería– como secundarias o incluso prescindibles. Se hará entonces más acuciante la necesidad de contar con una buena estrategia en la gestión de los recursos públicos, ser capaces de hacer más con menos, y visibilizar la importancia de invertir en políticas públicas que construyan un tejido ciudadano más resiliente, fuerte y amplio, que cuente con la capacidad necesaria para dar respuesta a situaciones de emergencia y colapso social y económico en las mejores condiciones posibles. ¿Cómo pensar una política pública de base que estructure y trascienda el funcionamiento actual de la institución? ¿Cómo generar espacios de encuentro para la planificación de propósitos comunes entre las distintas administraciones públicas y la coordinación de competencias públicas? ¿Cómo redirigir resistencias e inercias de un tejido asociativo, ciudadano e institucional habituado a la burocratización y el clientelismo? ¿Cómo visibilizar la importancia de implementar estrategias de política pública –fundamentales para el desarrollo público, social y comunitario a largo plazo– en un contexto de permanente urgencia?

Reto 4: Impulsar una ciudadanía activa en el acceso y la gestión de los recursos públicos en un contexto asociativo desconectado de la población general.

Partiendo de una idea de la participación ciudadana muy vinculada a los movimientos vecinales y asociativos de las últimas décadas, nos encontramos ahora –en parte gracias a las tecnologías y herramientas digitales de participación–, con una voluntad institucional y una demanda ciudadana de ampliar esta idea de participación hacia formas y métodos más abiertos en los que se pone en juego una interesante y compleja relación entre los derechos, deberes y privilegios individuales y colectivos. La idea de participación se difumina, convirtiéndose en un concepto más vago e impreciso, difícil de definir y, por tanto, de estructurar y aplicar. Se hace así compleja la implementación de políticas públicas de participación que fomenten un sentimiento de pertenencia de la ciudadanía con sus entornos y con las decisiones que se buscan abrir y tomar desde la institución. Un sentimiento de empoderamiento ciudadano que posibilita y promueve la búsqueda de soluciones colectivas ante retos sociales complejos. Una colectivización de saberes y respuestas más importante y necesaria hoy que nunca cuando enfrentamos un contexto como el actual, de emergencia climática y sanitaria, que nos mantiene en un estado de alerta permanente ante nuevas situaciones de colapso social y económico por venir, y que visibiliza nuestras vulnerabilidades como sociedad y la necesidad de un apoyo y un cuidado colectivo. No obstante, Fuerteventura presenta grandes oportunidades a este respecto, contando con un tejido asociativo razonablemente amplio y diverso en el que apoyarse y desde el que afrontar este reto. ¿Cómo cuidar y fortalecer el tejido asociativo al tiempo que se generan espacios de participación que interpelen y empoderen a la ciudadanía no organizada? ¿Cómo mejorar el funcionamiento del tejido asociativo para incluir dinámicas y herramientas que favorezcan la conexión y colaboración entre asociaciones y colectivos? ¿Cómo desarrollar espacios y herramientas de participación claras que ayuden a la ciudadanía a entenderse como parte de los procesos de toma de decisión pública?